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El llanto emocional: medicina para "drenar" el alma

Foto del escritor: Gigantes DormidosGigantes Dormidos

El alma descansa cuando dejar ir sus lágrimas, pero el dolor necesita del llanto para encontrar auténtico alivio.


Aunque muchos tienen la idea errónea que llorar es un signo de debilidad, el llanto aporta muchos beneficios para la salud mental.


Llorar es una respuesta natural a muchas de nuestras emociones, como la tristeza, el dolor, la frustración, el enojo, o la felicidad. Y, curiosamente, los humanos son los únicos seres vivos que lloran con lágrimas emocionales.

No es inusual llorar y ambos sexos lo hacen. Las investigaciones señalan que las mujeres lloran un promedio de 5,3 veces al mes y los hombres un promedio de 1,3 veces al mes.

Es un alivio llorar; las penas se desahogan y son arrastradas por las lágrimas.

Pero, ¿por qué lloramos?

Cuando somos bebés y no podemos hablar, el llanto es nuestra principal forma de comunicación. Es un indicador de que algo va mal, expresando que tenemos hambre, dolor o que necesitamos un poco de cariño. Con el paso del tiempo, las capacidades cerebrales se vuelven más complejas y pasamos a llorar de tristeza y hasta de alegría.

Luego, a medida que nos hacemos mayores, el llanto va evolucionado. Para comprenderlo mejor, es importante saber que nuestro cuerpo produce tres tipos de lágrimas:

  • Lágrima refleja: son provocadas por algún cuerpo extraño o por factores que irritan los ojos como el humo, el viento o cuando, por ejemplo, cortamos una cebolla. Estas lágrimas tienen la función de proteger nuestros ojos.

  • Lágrima basal: es un líquido antibacteriano rico en proteínas que mantienen los ojos lubricados y libre de polvo.

  • Lágrima emocional o psíquica: se produce por el dolor agudo, la felicidad, la rabia, la tristeza u otras emociones. Puede tener un objetivo más complejo, puesto que este tipo de lágrima es una forma de comunicación no verbal. Puede servir para generar empatía, obtener soporte emocional o hasta para decir al otro que ha ido demasiado lejos, por ejemplo, en una discusión.


Hay quien llora en silencio, durante un breve instante y en discreta soledad. Sin embargo, el único modo de reiniciarnos, de drenar tristezas, frustraciones y tensiones es a través del llanto emocional. El desahogo auténtico solo es posible mediante esas lágrimas que se derraman como océanos templados por una voz rota.


Pocos comportamientos nos hacen tan humanos como la risa y el llanto. De hecho, ambas expresiones emocionales tienen muchos aspectos en común. Disponen, por ejemplo, de un componente de “perseveración”. Es decir, cuando se inicia la risa o las lágrimas tienen una duración determinada que no puede acortarse con facilidad. Además, ambos consiguen un mismo fin: hacernos sentir mejor.



Por otro lado, todos sabemos que el llanto emocional -el que produce el auténtico desahogo– no está bien visto socialmente. En cambio, la lágrima discreta que resbala en un discurso político o en esa mirada temblorosa emocionada por el orgullo o por la contemplación de la belleza es más aceptada.


Quizá por ello, la mayoría evitamos lo que se conoce como el “llanto vocal”. Siempre resulta más cómodo buscar un rincón a oscuras donde nadie nos vea para dejar ir las lágrimas, pero eso sí, en discretísimo silencio. No sea que alguien nos oiga, nos vea y descubra que no somos tan fuertes como aparentamos.

Sin embargo, psiquiatras y neurobiólogos nos lo dicen bien claro: el desahogo, ya sea en soledad o con alguien, debe ser auténtico, catártico y liberador. Todo lo que implique cierto “autocontrol” sigue generando un componente de tensión y estrés. El llanto es necesario para el ser humano.




El llanto emocional, una conducta multipropósito

La mayoría de bebés cuando llegan al mundo, lloran. Ahora bien, sus llantos carecen de lágrimas. El mecanismo cerebral que hará que sus glándulas lagrimales segreguen lágrimas aún no está maduro. Sin embargo, sus lloros ya cumplen una función biológica imprescindible: garantizar su supervivencia al conectar con sus semejantes para recibir atención, cuidados, consuelo y afecto.


6 grandes beneficios psicológicos de llorar

Muchas personas aún creen que llorar es un signo de debilidad y por esto intentan evitar el llanto, pero la ciencia sugiere que hacerlo puede significar perder una serie de beneficios. Las principales ventajas psicológicas del llanto son:

1. Relaja

Un estudio publicado por el National Institutes of Health (Institutos Nacionales de la Salud, en español) descubrió que llorar tiene un efecto directo en la mejora del estado de ánimo de las personas. El llanto activa el sistema nervioso parasimpático (SNP), que tiene como principal función provocar o mantener un estado corporal de relajación. Actúa sobre el nivel de estrés del organismo disminuyéndolo.

2. El llanto nos ayuda a recibir soporte emocional

Al ver una persona llorando nuestra primera reacción es intentar consolarla. Las lágrimas del otro nos acuerda de nuestras propias vulnerabilidades y así se establece una identificación emocional. Luego, el llanto tiene la capacidad de generar empatía en los demás. Por otro lado, a menudo quien llora desea ser consolado. Es una manera de pedir ayuda y de recibir soporte en los momentos difíciles de la vida.

3. Llorar alivia el dolor y mejora el humor

Con las lágrimas emocionales el organismo libera dos hormonas poderosas responsables por nuestro bienestar: la endorfina y la oxitocina. Estas sustancias alivian el malestar y generan una sensación placentera de tranquilidad y calma. Por esto, después de llorar a menudo sonreímos o sentimos una enorme relajación.


4. Llorar libera toxinas y reduce el estrés

Los momentos tristes o que nos dejan muy nerviosos aumentan los niveles de cortisol en el cuerpo, conocido como la hormona del estrés. En dosis altas, esta hormona perjudica nuestras defensas, dejando el organismo más propenso a contraer enfermedades.

Sin embargo, estudios han comprobado que las lágrimas llevan consigo parte de esta hormona y también algunas toxinas acumuladas en el organismo durante el período de tensión. Al disminuir el nivel de cortisol, entramos en un estado de calma que nos permite, incluso, dormir mejor.

5. El llanto permite expresar las emociones más profundas

A veces somos dominados por fuertes emociones, alegres o tristes, y no conseguimos expresarlas con palabras. A menudo las personas se refieren al llanto como un acto liberador y como una forma de decir lo indecible.

Además, el llanto puede favorecer el autoconocimiento porque al llorar nos damos cuenta de nuestras vulnerabilidades y puntos débiles. Pasamos a comprender nuestros propios sentimientos y manera de actuar.

6. Llorar ayuda a ver a los problemas de una perspectiva distinta

Debido al poderoso efecto calmante, llorar nos permite reducir el nivel de angustia y la intensidad de las emociones nocivas. Esto nos deja más fuertes para buscar las soluciones adecuadas para nuestros problemas.

Poco a poco la persona se relaja, se calma, se reduce la carga emocional y aumenta la lucidez para trabajar desde una parte más racional. El afectado consigue que esas emociones intensas se hagan más pequeñas y manejables.

Las lágrimas pone en marcha sofisticados mecanismos biológicos para permitirnos ver las cosas con mayor claridad.

Los científicos nos explican que el llanto emocional es en realidad una innovación evolutiva excepcional. No se trata solo “dejar caer las lágrimas”. El llanto profundo, auténtico y que nos permite desahogarnos plenamente activa la función de las neurotrofinas. Se trata de un tipo de proteínas capaces de favorecer la plasticidad neuronal.


Por decirlo de otro modo, “nos repara”. Favorece nuevos aprendizajes y nos ayuda a ser más creativos para poner en marcha nuevas conductas que nos permitirán adaptarnos mucho mejor a nuestros entornos.


Quizá por ello, la mayoría evitamos lo que se conoce como el “llanto vocal”. Siempre resulta más cómodo buscar un rincón a oscuras donde nadie nos vea para dejar ir las lágrimas, pero eso sí, en discretísimo silencio. No sea que alguien nos oiga, nos vea y descubra que no somos tan fuertes como aparentamos.

Sin embargo, psiquiatras y neurobiólogos nos lo dicen bien claro: el desahogo, ya sea en soledad o con alguien, debe ser auténtico, catártico y liberador. Todo lo que implique cierto “autocontrol” sigue generando un componente de tensión y estrés. El llanto es necesario para el ser humano.



El llanto, la vulnerabilidad y el consuelo

Las responsabilidades laborales, por ejemplo, nos hacen necesitar instantes a solas donde llorar unos segundos. Médicos, enfermeras, bomberos, policías… Muchos buscan un momento a parte para desahogar dramas, tensiones cotidianas. Sin embargo, en ocasiones, esos instantes no son suficientes. No hay una “reparación” auténtica. Hasta que poco a poco llega la sobrecarga, el bloqueo, la ansiedad… Y esa espina que ya no nos deja respirar.

Lo mismo ocurre con los problemas cotidianos. Con las palabras que se callan. Las pérdidas que no se afrontan. Con el dolor que bombea pero que uno se esfuerza en disimular. ¿Por qué nos cuesta tanto pedir ayuda? ¿Por qué el llanto emocional nos hace sentir tan vulnerables ante otras personas?


Saber conferir apoyo es un arte que no todos dominan


La realidad es tan dura como evidente: no todo el mundo sabe dar apoyo. Con palabras “¿Y ahora por qué lloras?” o “Venga, anda que eso no tiene importancia”, lo que conseguimos es bloquear aún más a la persona. Intensificar la emoción negativa y el abatimiento.


  • Cuando necesitemos facilitar el desahogo emocional con alguien, una buena idea es buscar a la persona adecuada. No todo el mundo vale ni todo el mundo dispone de las adecuadas estrategias para facilitarnos esa cercanía, esa facilidad para dejar ir lo que duele, lo que atenaza. Los buenos amigos, y por supuesto, los psicólogos, pueden ser los mejores guías en este proceso.

  • Liberarnos al llanto emocional ante alguien no es reflejo de debilidad ni de vulnerabilidad. Es el paso que da alguien fuerte para desahogar las tensiones, miedos y tristezas. Lo hace con el propósito de reconstruirse de nuevo, de manera que pueda reparar y recibir ayuda.

  • Por su parte, conferir apoyo no es dar un abrazo. No es decir “todo está bien”. Es ser intuitivo con el fin de facilitar el desahogo, sabiendo cómo propiciarlo. Es saber decir “estoy aquí, contigo” sin que esto sea una imposición, y por supuesto sin juzgar. Es ser discreto/a mientras estamos presentes, aportando cercanía.


Para concluir, a pesar de lo complicado que resulta permitirnos estos instantes de auténtico desahogo emocional, ya sea en soledad o en compañía, es necesario concedérnoslos de vez en cuando. Drenar el alma es una necesidad biológica y psicológica. No podemos olvidar la clásica frase de “emoción expresada, emoción superada”.



CON MUCHO AMOR

VERO

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